Migraciones
La
cantidad media de habitantes en la Ciudad de los Amantes ronda los setenta mil,
aunque ha habido épocas en las que esta cantidad se ha duplicado y otras, en
las que no llegaba a la mitad.
Como en otras ciudades, los Amantes entran y salen por diferentes motivos pero, a diferencia de otras, las causas que mueven las migraciones a esta Ciudad están relacionadas con la diversa e inagotable gama de las emociones.
Para salir de ella no es necesario realizar ningún tipo de gestión, aunque es aconsejable darse de baja en el padrón municipal para constatar que ya no se es habitante de la misma. Por el contrario, para ser habitante se debe pasar por una serie diferente de pruebas, llamadas también “juegos”, en las que se demuestra tener el requisito indispensable para vivir en el mundo de los Amantes: la capacidad de amarse a sí mismo tanto como al prójimo. Los pasos a seguir durante el proceso están explicados en los artículos el Código Civil de los Amantes.
Art. Burocracia
Toda persona que quiera ser habitante de la Ciudad de los Amantes deberá, en principio, situarse en la Ciudad cual residente. Una vez situado, deberá darse de alta en el padrón municipal donde, según su lugar de residencia en la Ciudad, le será dispuesta una serie de contactos cercanos con los que deberá fijar las pruebas para demostrar su capacidad de amarse a sí mismo y a los demás. El tiempo de juegos es delimitado por ambas partes participantes así como el resultado de los mismos.
Art. Pruebas
Los contactos dispuestos serán Amantes que, sabiéndose en posesión de la característica de Amante, acompañarán de forma voluntaria a los nuevos residentes y los entregarán, con su consentimiento, a diferentes situaciones y actividades en las que ambos podrán ver hasta dónde llega el amor que el residente siente hacia sí mismo, si es que tal sentimiento existiera. El desarrollo de los diversos encuentros será comentado por ambas partes, siendo estas conversaciones la base para la resolución.
Art. Contactos personales
Si el residente tuviera sus propios contactos en la Ciudad, éstos mismos podrían ser sus guías-facilitadores siempre y cuando existiera acuerdo mutuo entre ambas partes participantes.
Art. Residencia
La residencia en la Ciudad no está negada a ninguna persona: cualquier persona puede vivir en La Ciudad de los Amantes. Es la habitabilidad de la misma la que está negada a aquellos que nos se amen a sí mismos, negándose de esta forma vivir la ciudad en toda su plenitud.
Tras las pruebas, los resultados son debatidos entre sus participantes y, en el momento en el que el candidato sea considerado Amante, se le dotará de un gran martillo para que comience a derribar los esquemas que trae y los nuevos que vaya construyendo como habitante.
Normalmente las personas que intentan entrar lo consiguen sin problemas ya que la mayoría de ellas llegan cargadas con sacos llenos de sus cualidades y muy predispuestas a regalarlas. Al configurarse como habitantes, los recién estrenados Amantes comienzan a darse y a vivir diferentes historias de amor.
Por otro lado, ha habido casos en los que la decisión tomada por los participantes en las pruebas ha negado la habitabilidad a los candidatos, generalmente porque no buscaban amarse, sino enamorarse para salir de su soledad. Este hecho lo demuestran frases como las siguientes, recogidas 63 veces en 75 entrevistas hechas a personas que no han superado las pruebas de entrada a la ciudad. : “Pero... ¿qué voy a hacer si me dejas...? ¡Me sentiré tan solo!”. Son numerosos también los casos de las personas que buscan escapar del aburrimiento, las cuales suelen repetir preguntas como “¿Cuándo vuelves? ¡El tiempo pasa tan despacio cuando no estás!”, o personas que intentan llegar a amarse a sí mismos con los restos del amor de otros: “¡Quiéreme! ¡Necesito que me quieras!... ¿quién me va a querer si tú no me quieres?”
Antiguamente, cuando La Ciudad era un pueblo y su población se encontraba agrupada por barrios, la no superación de las pruebas de entrada suponía la prohibición del paso a la misma. Actualmente, al no estar la residencia negada a ninguna persona, algunos de los no Amantes, a pesar de no haber superado las pruebas y ser reconocido por ambas partes, o sin tan siquiera haberlo intentado, deciden quedarse en su ciudad añorada. Todavía no son muchos, pero la cantidad aumenta cada vez más y con ellos los enfrentamientos, las incomprensiones y los malentendidos de los no amantes y sus parejas, causados generalmente por el diminuto concepto de amor de los primeros. Después de un tiempo de relación, o empiezan a recolectar de su propia huerta de cualidades para el abastecimiento personal, o se marchan de nuevo por su propio pie, con lo puesto, sin dejar más marca en la Ciudad que alguna frase desconsolada en algún banco comedor y la marca que dejen en el corazón de sus parejas.
El mismo destino les espera a los habitantes que por algún motivo pierden la cualidad que les hace ser Amantes, tal y como se recoge en los siguientes artículos del código civil:
Art. Ex amante
Todo habitante de la Ciudad de los Amantes que, por cualquier circunstancia, haya perdido la capacidad que lo hacía ser Amante, dispondrá de un periodo de tiempo delimitado por él mismo para intentar volver a desarrollar la capacidad que lo caracterizaba. Si, a medida que pase el tiempo dispuesto, los habitantes no son capaces de recuperar la característica perdida, éstos, inevitablemente, comenzarán a olvidar cómo moverse por la Ciudad y la amplitud de la vida en ella. Ante estas circunstancias, los ex amantes se verán envueltos en la necesidad de decidir si continúan viviendo en la Ciudad sin poder verla ni vivirla o marchan hacia otro lugar que sea visible y vivible para ellos. La elección final es a cuenta de ellos.
Art. Ayuda
Antes de tomar la decisión final los ex amantes podrán acudir a algún experto que intente ayudarles a recordar los recursos que utilizaban para amarse antes de haber sido olvidados o a descubrir otros nuevos.
Art. Pérdida
Todo Amante que pasa a ser ex amante por pérdida del requisito característico, deja de ser habitante de la Ciudad en el momento en el que comienza a buscarse en otros Amantes.
Entre los no amantes también se encuentran algunas personas que, sin ser habitantes a efectos legales, llevan vida de Amantes manteniendo sus propias diferencias y contribuyendo a la amplitud y el enriquecimiento de la Ciudad y la vida en ella. El no ser Amantes legalmente no les afecta en su vida diaria.
La salida de la Ciudad por pérdida del requisito no excluye ni perjudica a posibles posteriores entradas, sin cerrar puertas a nadie y abriéndolas a las esperanzas de aquellos que, al partir su pareja, las escondieron en el fondo del armario para poder al menos conservar su cordura.
Como en otras ciudades, los Amantes entran y salen por diferentes motivos pero, a diferencia de otras, las causas que mueven las migraciones a esta Ciudad están relacionadas con la diversa e inagotable gama de las emociones.
Para salir de ella no es necesario realizar ningún tipo de gestión, aunque es aconsejable darse de baja en el padrón municipal para constatar que ya no se es habitante de la misma. Por el contrario, para ser habitante se debe pasar por una serie diferente de pruebas, llamadas también “juegos”, en las que se demuestra tener el requisito indispensable para vivir en el mundo de los Amantes: la capacidad de amarse a sí mismo tanto como al prójimo. Los pasos a seguir durante el proceso están explicados en los artículos el Código Civil de los Amantes.
Art. Burocracia
Toda persona que quiera ser habitante de la Ciudad de los Amantes deberá, en principio, situarse en la Ciudad cual residente. Una vez situado, deberá darse de alta en el padrón municipal donde, según su lugar de residencia en la Ciudad, le será dispuesta una serie de contactos cercanos con los que deberá fijar las pruebas para demostrar su capacidad de amarse a sí mismo y a los demás. El tiempo de juegos es delimitado por ambas partes participantes así como el resultado de los mismos.
Art. Pruebas
Los contactos dispuestos serán Amantes que, sabiéndose en posesión de la característica de Amante, acompañarán de forma voluntaria a los nuevos residentes y los entregarán, con su consentimiento, a diferentes situaciones y actividades en las que ambos podrán ver hasta dónde llega el amor que el residente siente hacia sí mismo, si es que tal sentimiento existiera. El desarrollo de los diversos encuentros será comentado por ambas partes, siendo estas conversaciones la base para la resolución.
Art. Contactos personales
Si el residente tuviera sus propios contactos en la Ciudad, éstos mismos podrían ser sus guías-facilitadores siempre y cuando existiera acuerdo mutuo entre ambas partes participantes.
Art. Residencia
La residencia en la Ciudad no está negada a ninguna persona: cualquier persona puede vivir en La Ciudad de los Amantes. Es la habitabilidad de la misma la que está negada a aquellos que nos se amen a sí mismos, negándose de esta forma vivir la ciudad en toda su plenitud.
Tras las pruebas, los resultados son debatidos entre sus participantes y, en el momento en el que el candidato sea considerado Amante, se le dotará de un gran martillo para que comience a derribar los esquemas que trae y los nuevos que vaya construyendo como habitante.
Normalmente las personas que intentan entrar lo consiguen sin problemas ya que la mayoría de ellas llegan cargadas con sacos llenos de sus cualidades y muy predispuestas a regalarlas. Al configurarse como habitantes, los recién estrenados Amantes comienzan a darse y a vivir diferentes historias de amor.
Por otro lado, ha habido casos en los que la decisión tomada por los participantes en las pruebas ha negado la habitabilidad a los candidatos, generalmente porque no buscaban amarse, sino enamorarse para salir de su soledad. Este hecho lo demuestran frases como las siguientes, recogidas 63 veces en 75 entrevistas hechas a personas que no han superado las pruebas de entrada a la ciudad. : “Pero... ¿qué voy a hacer si me dejas...? ¡Me sentiré tan solo!”. Son numerosos también los casos de las personas que buscan escapar del aburrimiento, las cuales suelen repetir preguntas como “¿Cuándo vuelves? ¡El tiempo pasa tan despacio cuando no estás!”, o personas que intentan llegar a amarse a sí mismos con los restos del amor de otros: “¡Quiéreme! ¡Necesito que me quieras!... ¿quién me va a querer si tú no me quieres?”
Antiguamente, cuando La Ciudad era un pueblo y su población se encontraba agrupada por barrios, la no superación de las pruebas de entrada suponía la prohibición del paso a la misma. Actualmente, al no estar la residencia negada a ninguna persona, algunos de los no Amantes, a pesar de no haber superado las pruebas y ser reconocido por ambas partes, o sin tan siquiera haberlo intentado, deciden quedarse en su ciudad añorada. Todavía no son muchos, pero la cantidad aumenta cada vez más y con ellos los enfrentamientos, las incomprensiones y los malentendidos de los no amantes y sus parejas, causados generalmente por el diminuto concepto de amor de los primeros. Después de un tiempo de relación, o empiezan a recolectar de su propia huerta de cualidades para el abastecimiento personal, o se marchan de nuevo por su propio pie, con lo puesto, sin dejar más marca en la Ciudad que alguna frase desconsolada en algún banco comedor y la marca que dejen en el corazón de sus parejas.
El mismo destino les espera a los habitantes que por algún motivo pierden la cualidad que les hace ser Amantes, tal y como se recoge en los siguientes artículos del código civil:
Art. Ex amante
Todo habitante de la Ciudad de los Amantes que, por cualquier circunstancia, haya perdido la capacidad que lo hacía ser Amante, dispondrá de un periodo de tiempo delimitado por él mismo para intentar volver a desarrollar la capacidad que lo caracterizaba. Si, a medida que pase el tiempo dispuesto, los habitantes no son capaces de recuperar la característica perdida, éstos, inevitablemente, comenzarán a olvidar cómo moverse por la Ciudad y la amplitud de la vida en ella. Ante estas circunstancias, los ex amantes se verán envueltos en la necesidad de decidir si continúan viviendo en la Ciudad sin poder verla ni vivirla o marchan hacia otro lugar que sea visible y vivible para ellos. La elección final es a cuenta de ellos.
Art. Ayuda
Antes de tomar la decisión final los ex amantes podrán acudir a algún experto que intente ayudarles a recordar los recursos que utilizaban para amarse antes de haber sido olvidados o a descubrir otros nuevos.
Art. Pérdida
Todo Amante que pasa a ser ex amante por pérdida del requisito característico, deja de ser habitante de la Ciudad en el momento en el que comienza a buscarse en otros Amantes.
Entre los no amantes también se encuentran algunas personas que, sin ser habitantes a efectos legales, llevan vida de Amantes manteniendo sus propias diferencias y contribuyendo a la amplitud y el enriquecimiento de la Ciudad y la vida en ella. El no ser Amantes legalmente no les afecta en su vida diaria.
La salida de la Ciudad por pérdida del requisito no excluye ni perjudica a posibles posteriores entradas, sin cerrar puertas a nadie y abriéndolas a las esperanzas de aquellos que, al partir su pareja, las escondieron en el fondo del armario para poder al menos conservar su cordura.