Las comidas
En la Ciudad de los Amantes, como
en el resto de las ciudades, hay muchos y diversos restaurantes situados la
mayoría de ellos en la parte este del barrio central, el antiguo barrio de los
solteros. Hay restaurantes para todos los gustos, como Amantes mismos.
Aunque sus habitantes son muy inquietos y gustan de probar comidas nuevas en sus salidas (para ello aprovechan las ocasiones en las que salen con Amantes de otras clases) cada tipo de Amante tiene su restaurante favorito.
Así, los solteros, guiados por la necesidad de socializarse, llenan los restaurantes de comida compartida o les dan color a los bancos de las plazas con sus bocadillos y helados. En estos restaurantes tienen la oportunidad de conocer a una o dos personas, las que pasen por su mesa durante el tiempo que dure su menú, porque una norma general de estos restaurantes es compartir el menú con otro comensal:
MENÚ 1: MENÚ 2:
Primer plato (doble) Segundo plato (doble)
Postre (doble) Bebida (doble)
Para los que tienen mucha hambre o algún miedo que superar, las comidas en los bancos de los parques son más seguras: siempre van a tener su bocadillo, su banco propio y una comida tranquila a cambio del colorido que ofrecen a la Ciudad. Los bancos comedores son fácilmente reconocibles por estar siempre situados alrededor de un kiosco de donde se abastecen los que ahí van a comer.
Los flechados, guiados por la química que les irradian los lugares y personas, se acercan a las puertas de los restaurantes y esperan a recibir la descarga que les causa la primera vista del lugar antes de decidir si entrar o buscar otra chispa de más voltaje. Normalmente, en sus comidas fuera, acaban llenando antes el ojo que el estómago así que, tras su rápida, escasa, preciosa y creativa comida, buscan una cafetería cuyos pasteles satisfagan tanto al estómago como al ojo. En la cafetería, rodeados de hermosas y sabrosas tartas, terminan de electrocutarse mutuamente con sus chispas de sabor a chocolate.
Los del conocimiento prefieren cocinarse en casa sus comidas: la forma de cocinar de cada uno, así como su basura, ofrece mucha y muy valiosa información de la otra persona.
En las cocinas se puede averiguar el tiempo de convivencia de las parejas por el baile que practican al cocinar. Las parejas nuevas se distinguen por bailar Rock and Roll o al estilo Ska: ahora se acercan, ahora se separan, cuando se tienen que esquivar se chocan y se esquivan cuando se tiene que chocar. La preparación de la comida es un ir y venir y, entre tanto movimiento, acaban comiendo ensalada o pidiendo una pizza.
Las parejas que medio se conocen se especializan en bailes como el merengue, el pasodoble o el tango, según la diversidad de estilos. Practican bailes en los que el espacio vital se comparte y en los que la compenetración es lo más importante para no perder el ritmo de la cocción. Como los peces por la corriente, ellos se dejan llevar por los alimentos de un lado a otro de la cocina. Estas comidas, hechas a cuatro manos, son maravillosas y sus cenas son las más esperadas en la ciudad.
Los Amantes de las parejas que creen conocerse, cocinan de uno en uno. Se reparten las comidas y disfrutan de nuevo de todo el espacio físico de la cocina para marcarse un solo a su propio ritmo y estilo, como en los tiempos de solteros. La sorpresa del plato que se prepara y la confianza del estómago que espera es parte de lo que ellos llaman amor. Cuando van a restaurantes, el amor lo conservan intentando adivinar lo que le apetece al estómago amado.
Aunque sus habitantes son muy inquietos y gustan de probar comidas nuevas en sus salidas (para ello aprovechan las ocasiones en las que salen con Amantes de otras clases) cada tipo de Amante tiene su restaurante favorito.
Así, los solteros, guiados por la necesidad de socializarse, llenan los restaurantes de comida compartida o les dan color a los bancos de las plazas con sus bocadillos y helados. En estos restaurantes tienen la oportunidad de conocer a una o dos personas, las que pasen por su mesa durante el tiempo que dure su menú, porque una norma general de estos restaurantes es compartir el menú con otro comensal:
MENÚ 1: MENÚ 2:
Primer plato (doble) Segundo plato (doble)
Postre (doble) Bebida (doble)
Para los que tienen mucha hambre o algún miedo que superar, las comidas en los bancos de los parques son más seguras: siempre van a tener su bocadillo, su banco propio y una comida tranquila a cambio del colorido que ofrecen a la Ciudad. Los bancos comedores son fácilmente reconocibles por estar siempre situados alrededor de un kiosco de donde se abastecen los que ahí van a comer.
Los flechados, guiados por la química que les irradian los lugares y personas, se acercan a las puertas de los restaurantes y esperan a recibir la descarga que les causa la primera vista del lugar antes de decidir si entrar o buscar otra chispa de más voltaje. Normalmente, en sus comidas fuera, acaban llenando antes el ojo que el estómago así que, tras su rápida, escasa, preciosa y creativa comida, buscan una cafetería cuyos pasteles satisfagan tanto al estómago como al ojo. En la cafetería, rodeados de hermosas y sabrosas tartas, terminan de electrocutarse mutuamente con sus chispas de sabor a chocolate.
Los del conocimiento prefieren cocinarse en casa sus comidas: la forma de cocinar de cada uno, así como su basura, ofrece mucha y muy valiosa información de la otra persona.
En las cocinas se puede averiguar el tiempo de convivencia de las parejas por el baile que practican al cocinar. Las parejas nuevas se distinguen por bailar Rock and Roll o al estilo Ska: ahora se acercan, ahora se separan, cuando se tienen que esquivar se chocan y se esquivan cuando se tiene que chocar. La preparación de la comida es un ir y venir y, entre tanto movimiento, acaban comiendo ensalada o pidiendo una pizza.
Las parejas que medio se conocen se especializan en bailes como el merengue, el pasodoble o el tango, según la diversidad de estilos. Practican bailes en los que el espacio vital se comparte y en los que la compenetración es lo más importante para no perder el ritmo de la cocción. Como los peces por la corriente, ellos se dejan llevar por los alimentos de un lado a otro de la cocina. Estas comidas, hechas a cuatro manos, son maravillosas y sus cenas son las más esperadas en la ciudad.
Los Amantes de las parejas que creen conocerse, cocinan de uno en uno. Se reparten las comidas y disfrutan de nuevo de todo el espacio físico de la cocina para marcarse un solo a su propio ritmo y estilo, como en los tiempos de solteros. La sorpresa del plato que se prepara y la confianza del estómago que espera es parte de lo que ellos llaman amor. Cuando van a restaurantes, el amor lo conservan intentando adivinar lo que le apetece al estómago amado.