Las casas
Las
casas en la Ciudad de los Amantes, son, un poquito, el reflejo de las personas
y los sentimientos que viven dentro.
En las casas de los flechados, al entrar, el amor se ve rápidamente en cada esquina. Tienen fotos donde cada Amante posa alegremente junto al otro, las cosas de uno se encuentran visiblemente al lado de las del otro, hay un par de cada objeto y una misma cama con dos pasillos de entrada, uno para cada uno. Ellos mismos están siempre juntos y nunca pierden la menor oportunidad de tocarse.
En las casas de las parejas del conocimiento, el amor no es visible a simple vista. Al entrar, se podría pensar que allí viven dos solteros; al verlos juntos por primera vez en su casa, el pensamiento puede reafirmarse pero, al cabo de unos minutos con ellos, sin apenas fotos en las paredes, sin límites que unan o separen los objetos, sin límites que unan o separen sus cuerpos, las paredes comienzan a transpirar y el amor empieza a olerse, a respirarse por cada esquina de la casa. Al terminar el día entran en la cama por un único pasillo.
En las casas de los solteros siempre hay, por cada habitante, un cepillo de dientes nuevo de sobra que espera ser utilizado por algún invitado a cenar o a desayunar. Son conocidos localmente por su hospitalidad.
Además de las casas de los tres tipos de Amantes, en la Ciudad encontramos un tipo de casa que engloba las anteriores, son las casas de las familias Amantes, también llamadas casas o viviendas familiares. En ellas conviven, guardando un grado de intimidad, personas que en sin estar vinculadas por la sangre han decidido crear una familia social.
Arquitectónicamente son viviendas grandes, antiguas casas familiares con jardín, patio central y varias terrazas. Poco a poco han sido remodeladas para poder ofrecer la intimidad necesaria a cada miembro de la familia. La gran mayoría dispone de dos o tres apartamentos, en los que suelen vivir algunas parejas o alguna familia pequeña, y varias habitaciones individuales o dobles con baño privado. Siempre hay un salón grande y una cocina que comparten y que les sirve como lugar de reuniones y de organización para las diferentes tareas que estén llevando a cabo.
La entrada de alguien nuevo en estas casas es siempre debatida por todos sus miembros que deben llegar a un consenso. Esto no ocurre en el caso de que el nuevo miembro sea un heredero del antiguo, único caso en el que tiene la entrada totalmente asegurada.
En las casas familiares se busca que estén todos los parientes representados: personas mayores que hagan de abuelos, adultos que hagan de tíos, jóvenes que hagan de primos, y niños, muchos niños que hagan de sobrinos, nietos, hijos y más primos. Entre ellos se organizan para cubrirse unos a otros las necesidades que tengan y asegurarse de que a lo largo del día la presencia de personas cerca con las que compartir su vida.
La tendencia de los Amantes no es determinante para la elección de los nuevos miembros, aunque se busca que haya variedad y que no todos sean del mismo tipo. Por eso, aunque por fuera, al mirar los apartamentos y las habitaciones desde el patio central, podría parecer que son todas del mismo estilo, por dentro cada Amante sorprende al visitante mostrándole en su casa su propia identidad e individualidad que el grupo, como una verdadera familia que es, le permite mantener.
Los invitados son siempre bienvenidos por todos los miembros. La puerta principal puede abrirla desde el abuelo hasta la nieta que está jugando con la bicicleta en el patio.
Al salir de cualquiera de estas casas, el visitante la abandona con la sensación de haber estado, al menos por un rato, con su propia familia al completo.
En las casas de los flechados, al entrar, el amor se ve rápidamente en cada esquina. Tienen fotos donde cada Amante posa alegremente junto al otro, las cosas de uno se encuentran visiblemente al lado de las del otro, hay un par de cada objeto y una misma cama con dos pasillos de entrada, uno para cada uno. Ellos mismos están siempre juntos y nunca pierden la menor oportunidad de tocarse.
En las casas de las parejas del conocimiento, el amor no es visible a simple vista. Al entrar, se podría pensar que allí viven dos solteros; al verlos juntos por primera vez en su casa, el pensamiento puede reafirmarse pero, al cabo de unos minutos con ellos, sin apenas fotos en las paredes, sin límites que unan o separen los objetos, sin límites que unan o separen sus cuerpos, las paredes comienzan a transpirar y el amor empieza a olerse, a respirarse por cada esquina de la casa. Al terminar el día entran en la cama por un único pasillo.
En las casas de los solteros siempre hay, por cada habitante, un cepillo de dientes nuevo de sobra que espera ser utilizado por algún invitado a cenar o a desayunar. Son conocidos localmente por su hospitalidad.
Además de las casas de los tres tipos de Amantes, en la Ciudad encontramos un tipo de casa que engloba las anteriores, son las casas de las familias Amantes, también llamadas casas o viviendas familiares. En ellas conviven, guardando un grado de intimidad, personas que en sin estar vinculadas por la sangre han decidido crear una familia social.
Arquitectónicamente son viviendas grandes, antiguas casas familiares con jardín, patio central y varias terrazas. Poco a poco han sido remodeladas para poder ofrecer la intimidad necesaria a cada miembro de la familia. La gran mayoría dispone de dos o tres apartamentos, en los que suelen vivir algunas parejas o alguna familia pequeña, y varias habitaciones individuales o dobles con baño privado. Siempre hay un salón grande y una cocina que comparten y que les sirve como lugar de reuniones y de organización para las diferentes tareas que estén llevando a cabo.
La entrada de alguien nuevo en estas casas es siempre debatida por todos sus miembros que deben llegar a un consenso. Esto no ocurre en el caso de que el nuevo miembro sea un heredero del antiguo, único caso en el que tiene la entrada totalmente asegurada.
En las casas familiares se busca que estén todos los parientes representados: personas mayores que hagan de abuelos, adultos que hagan de tíos, jóvenes que hagan de primos, y niños, muchos niños que hagan de sobrinos, nietos, hijos y más primos. Entre ellos se organizan para cubrirse unos a otros las necesidades que tengan y asegurarse de que a lo largo del día la presencia de personas cerca con las que compartir su vida.
La tendencia de los Amantes no es determinante para la elección de los nuevos miembros, aunque se busca que haya variedad y que no todos sean del mismo tipo. Por eso, aunque por fuera, al mirar los apartamentos y las habitaciones desde el patio central, podría parecer que son todas del mismo estilo, por dentro cada Amante sorprende al visitante mostrándole en su casa su propia identidad e individualidad que el grupo, como una verdadera familia que es, le permite mantener.
Los invitados son siempre bienvenidos por todos los miembros. La puerta principal puede abrirla desde el abuelo hasta la nieta que está jugando con la bicicleta en el patio.
Al salir de cualquiera de estas casas, el visitante la abandona con la sensación de haber estado, al menos por un rato, con su propia familia al completo.