¿Qué es ser Amante?
Al principio de los tiempos, a la
Ciudad de los Amantes se la conocía como “el pueblo de las parejas” ya que,
desde sus primeros días, la población estaba formada en gran parte por parejas
que, bien se conocían en el mismo pueblo, bien venían directamente juntas desde
otros lugares, como si su localización tuviera alguna influencia directa sobre
el corazón. La soltería, en este momento, era considerada una etapa pasajera de
la vida por la que cada Amante pasaba y que quedaba superada finalmente al
encontrar pareja.
Con la primera llegada de solteros extranjeros, los Amantes comenzaron a relacionarse más con los que amaban de forma similar a ellos, creándose de esta forma las tres tendencias amatorias y con ellas los tres barrios que hoy día todavía conforman la parte central de la actual Ciudad. En este momento de la historia todavía no era necesario realizar pruebas para entrar en el pueblo ya que los Amantes aún no eran conscientes de la necesidad de quererse a sí mismos para mantener la sociedad que se había creado.
La segunda ola de inmigrantes solteros décadas después fue la principal causante de los cambios estructurales que llevarían al entonces pueblo a tener su actual forma de ciudad. Los foráneos llegaban al pueblo en busca de una mejora de sus vidas, atraídos sobre todo por la apariencia de felicidad en sus calles. Iban movidos por la creencia de que con el corazón lleno la hambruna característica de la época sería más ligera. La época de cambios y adaptación duró tanto tiempo y trajo a tantos solteros que la población extranjera comenzó a superar a la oriunda y con estos llegaron también los primeros y ya históricos problemas de corazón entre los Amantes y sus nuevas parejas extranjeras.
La llegada de tantos solteros supuso la aparición de muchas nuevas relaciones entre estos y los Amantes, relaciones diferentes a las que estaban acostumbrados y que en la mayoría de casos acababan desconcertando a ambos miembros. Los nuevos solteros, nadie sabía muy bien por qué, ni si quiera ellos mismos, no conseguían sentirse enamorados según el concepto y la imagen de “estar enamorado” que profesaban los Amantes. Esta desigualdad de conceptos causó una ruptura tras otra entre las parejas formadas por Amantes y solteros recién llegados. Los Amantes, desacostumbrados a las heridas de amor que los nuevos habitantes de la ciudad traían de sus respectivos lugares y orígenes, fueron llevados, una ruptura inexplicada tras otra, hacía un estado de confusión, melancolía y, en muchos casos, histeria. De este modo, al verse sorprendidos por los comportamientos de sus parejas, se sentían completamente desorientados, perdidos y, lo que les causaba más problemas, heridos internamente, sintiendo que era su comportamiento el que estropeaba y entorpecía la relación. En ese momento los Amantes se sintieron, por primera vez en la historia, cuestionados en su forma de ser y de actuar por los recién llegados y atacados en su cuestionamiento. Como defensa al ataque comenzó a estudiarse la posibilidad de realizar unas pruebas de entrada a la Ciudad a todo aquel que quisiera formar parte de ella, buscando de esta forma una posible herramienta que midiera la compatibilidad de los nuevos habitantes con los Amantes.
Por su lado, los nuevos solteros llegados en búsqueda de tranquilidad sentimental empezaron a sospechar que tampoco encontrarían fácilmente el bienestar en la Ciudad. Algunos de ellos incluso comenzaron a intuir el largo camino que les quedaría por andar hasta llegar a ser tan Amantes como los autóctonos.
Con la primera llegada de solteros extranjeros, los Amantes comenzaron a relacionarse más con los que amaban de forma similar a ellos, creándose de esta forma las tres tendencias amatorias y con ellas los tres barrios que hoy día todavía conforman la parte central de la actual Ciudad. En este momento de la historia todavía no era necesario realizar pruebas para entrar en el pueblo ya que los Amantes aún no eran conscientes de la necesidad de quererse a sí mismos para mantener la sociedad que se había creado.
La segunda ola de inmigrantes solteros décadas después fue la principal causante de los cambios estructurales que llevarían al entonces pueblo a tener su actual forma de ciudad. Los foráneos llegaban al pueblo en busca de una mejora de sus vidas, atraídos sobre todo por la apariencia de felicidad en sus calles. Iban movidos por la creencia de que con el corazón lleno la hambruna característica de la época sería más ligera. La época de cambios y adaptación duró tanto tiempo y trajo a tantos solteros que la población extranjera comenzó a superar a la oriunda y con estos llegaron también los primeros y ya históricos problemas de corazón entre los Amantes y sus nuevas parejas extranjeras.
La llegada de tantos solteros supuso la aparición de muchas nuevas relaciones entre estos y los Amantes, relaciones diferentes a las que estaban acostumbrados y que en la mayoría de casos acababan desconcertando a ambos miembros. Los nuevos solteros, nadie sabía muy bien por qué, ni si quiera ellos mismos, no conseguían sentirse enamorados según el concepto y la imagen de “estar enamorado” que profesaban los Amantes. Esta desigualdad de conceptos causó una ruptura tras otra entre las parejas formadas por Amantes y solteros recién llegados. Los Amantes, desacostumbrados a las heridas de amor que los nuevos habitantes de la ciudad traían de sus respectivos lugares y orígenes, fueron llevados, una ruptura inexplicada tras otra, hacía un estado de confusión, melancolía y, en muchos casos, histeria. De este modo, al verse sorprendidos por los comportamientos de sus parejas, se sentían completamente desorientados, perdidos y, lo que les causaba más problemas, heridos internamente, sintiendo que era su comportamiento el que estropeaba y entorpecía la relación. En ese momento los Amantes se sintieron, por primera vez en la historia, cuestionados en su forma de ser y de actuar por los recién llegados y atacados en su cuestionamiento. Como defensa al ataque comenzó a estudiarse la posibilidad de realizar unas pruebas de entrada a la Ciudad a todo aquel que quisiera formar parte de ella, buscando de esta forma una posible herramienta que midiera la compatibilidad de los nuevos habitantes con los Amantes.
Por su lado, los nuevos solteros llegados en búsqueda de tranquilidad sentimental empezaron a sospechar que tampoco encontrarían fácilmente el bienestar en la Ciudad. Algunos de ellos incluso comenzaron a intuir el largo camino que les quedaría por andar hasta llegar a ser tan Amantes como los autóctonos.