El origen de la Ciudad de los Amantes
La
Ciudad de los Amantes nace como cualquier otra ciudad: un río cercano, unas
montañas traseras, tierras ricas para cultivar y personas que se asientan en
ellas. El tiempo y los juegos de amor, además de la belleza y riqueza del
terreno, hicieron que la población fuera creciendo paulatinamente hasta
alcanzar la cifra y la dimensión que diferencia a una ciudad de un pueblo.
Parece ser que desde el principio de los tiempos la Ciudad de los Amantes ha existido como tal, estando siempre caracterizada por la peculiaridad de sus habitantes y sus relaciones. Cómo llegaron a reunirse en el mismo lugar personas con ese preciso rasgo en común es una pregunta con múltiples respuestas, respuestas sobre las que acaloradamente discuten los propios Amantes disfrutando con sus opiniones y las de sus vecinos de la fama que están adquiriendo en los últimos tiempos.
Otra pregunta de común discusión y con múltiples respuestas es la que plantea la posibilidad de que ese primer grupo de personas no sintiera el amor hoy característico de los Amantes, sino que lo hubiera desarrollado con el tiempo.
Estas preguntas, entre otras muchas, se han comenzado a investigar recientemente. De entre todas las teorías que se aventuran a ofrecer alguna explicación a este fenómeno, la que parece gozar de mayor aceptación entre los Amantes es la Teoría del Contacto desarrollada por el grupo de investigación Poética de la Universidad de los Amantes. En él participan arqueólogos, sociólogos, antropólogos, historiadores y filósofos.
Dice brevemente la Teoría del Contacto que el amor que los Amantes sienten hacia sí mismos proviene del amor que sienten hacia la vida en general y hacia la naturaleza como fuente de vida y parte constituyente e integrante que son de ella. Todas las personas, todos los seres humanos, tienen en su naturaleza el amarse a sí mimos como parte integrante del mundo en el que viven. El organismo está dispuesto para funcionar en armonía tanto con los elementos que lo rodean como con él mismo. Así como el cuerpo no puede vivir sin aire, agua y comida, tampoco debe vivir sin contacto. La piel necesita ser tocada, así como el alma contemplada y contenida.
Los Amantes, por las relaciones que establecen consigo y con los demás, no han bloqueado este amor con el que nacen los humanos sino que han conseguido desarrollarlo y extenderlo desde el mismo momento de la gestación. El contacto, el encuentro y el intercambio no han sido interrumpidos entre ellos a lo largo de toda su historia.
Este sentimiento, asegura el grupo Poética, es una característica humana. Igual que el pájaro agoniza por agarrarse a la vida tras el encuentro con el cristal o el pez salta y salta para acercarse nuevamente al agua, los Amantes luchan por estar en su hábitat cual pez en el agua o pájaro en vuelo: estando donde están y disfrutando en su estar en amorosa compañía. Este comportamiento, no solamente se ha mantenido en la Ciudad de los Amantes sino que se ha potenciado, haciendo de él la base de su forma de ser y estar en la vida. Su potenciamiento, explican, puede deberse a la escucha verdadera desde la complejidad de uno mismo hacia el otro, incluyendo en el otro a todas y cada una de las especies que los acompañan a lo largo de sus vidas. De esta forma, los Amantes podrían haber utilizado todas las posibilidades y herramientas a su alrededor y en ellos mismos para continuar queriendo estar en el mundo y hacer que este les fuera beneficioso.
Con esta teoría el grupo Poética hace hincapié en que la característica de los Amantes no es algo construido de la nada por ellos, sino que es algo natural mantenido y potenciado en la Ciudad al mismo tiempo que aminorado y olvidado por los humanos en otras partes del mundo.
Parece ser que desde el principio de los tiempos la Ciudad de los Amantes ha existido como tal, estando siempre caracterizada por la peculiaridad de sus habitantes y sus relaciones. Cómo llegaron a reunirse en el mismo lugar personas con ese preciso rasgo en común es una pregunta con múltiples respuestas, respuestas sobre las que acaloradamente discuten los propios Amantes disfrutando con sus opiniones y las de sus vecinos de la fama que están adquiriendo en los últimos tiempos.
Otra pregunta de común discusión y con múltiples respuestas es la que plantea la posibilidad de que ese primer grupo de personas no sintiera el amor hoy característico de los Amantes, sino que lo hubiera desarrollado con el tiempo.
Estas preguntas, entre otras muchas, se han comenzado a investigar recientemente. De entre todas las teorías que se aventuran a ofrecer alguna explicación a este fenómeno, la que parece gozar de mayor aceptación entre los Amantes es la Teoría del Contacto desarrollada por el grupo de investigación Poética de la Universidad de los Amantes. En él participan arqueólogos, sociólogos, antropólogos, historiadores y filósofos.
Dice brevemente la Teoría del Contacto que el amor que los Amantes sienten hacia sí mismos proviene del amor que sienten hacia la vida en general y hacia la naturaleza como fuente de vida y parte constituyente e integrante que son de ella. Todas las personas, todos los seres humanos, tienen en su naturaleza el amarse a sí mimos como parte integrante del mundo en el que viven. El organismo está dispuesto para funcionar en armonía tanto con los elementos que lo rodean como con él mismo. Así como el cuerpo no puede vivir sin aire, agua y comida, tampoco debe vivir sin contacto. La piel necesita ser tocada, así como el alma contemplada y contenida.
Los Amantes, por las relaciones que establecen consigo y con los demás, no han bloqueado este amor con el que nacen los humanos sino que han conseguido desarrollarlo y extenderlo desde el mismo momento de la gestación. El contacto, el encuentro y el intercambio no han sido interrumpidos entre ellos a lo largo de toda su historia.
Este sentimiento, asegura el grupo Poética, es una característica humana. Igual que el pájaro agoniza por agarrarse a la vida tras el encuentro con el cristal o el pez salta y salta para acercarse nuevamente al agua, los Amantes luchan por estar en su hábitat cual pez en el agua o pájaro en vuelo: estando donde están y disfrutando en su estar en amorosa compañía. Este comportamiento, no solamente se ha mantenido en la Ciudad de los Amantes sino que se ha potenciado, haciendo de él la base de su forma de ser y estar en la vida. Su potenciamiento, explican, puede deberse a la escucha verdadera desde la complejidad de uno mismo hacia el otro, incluyendo en el otro a todas y cada una de las especies que los acompañan a lo largo de sus vidas. De esta forma, los Amantes podrían haber utilizado todas las posibilidades y herramientas a su alrededor y en ellos mismos para continuar queriendo estar en el mundo y hacer que este les fuera beneficioso.
Con esta teoría el grupo Poética hace hincapié en que la característica de los Amantes no es algo construido de la nada por ellos, sino que es algo natural mantenido y potenciado en la Ciudad al mismo tiempo que aminorado y olvidado por los humanos en otras partes del mundo.